
Sin darme cuenta conté mis preocupaciones y las agrupé como constelaciones en mi cara. Cassiopeia comparte estrellas con la Osa menor y Draco. Pululan y tintinean en mi piel que pellisco para escapar. También sigo mi infinito comportamiento de úroboros, igualmente inconsciente. Nómada de círculos, con nostalgia artificial y adquirida, me pierdo en el fluir de las palabras que brotan. En los callejonoes los balazos interpretan fuegos artificiales y esconderse bajo tierra parece pertinente. Interpretas los sueños que te cuento con un poco de miedo pero aprendo, siempre aprendo. Abro un esperado libro y sólo consigo que se revuelva el estómago. Pienso en el futuro y en la ciudad que hierve y apesta. Siempre ese regresar a la ciudad. Sólo queda seleccionar mis pensamientos cuidadosamente y aprender cuáles debo artapar y cuáles debo dejar que caigan al piso y se rompan en mil pedazos.
◗