7.20.2009

Calor




El calor después de todo hace bien. No hay nada como acostarse y ver cómo pasa el tiempo. Aunque esto a veces puede hacer que me pregunte donde estoy y por qué estoy aquí. ¿Cómo me metí en este cuerpo tan extraño y cómo es que veo todas estas cosas? ¿Qué hace que me mueva y que duerma, y me despierte y siga aquí? Odio esos pequeños instantes en los que las preguntas llegan a su fin y ya no hay nada después. Esos instantes en que nada existe, y aún así tengo los ojos abiertos. Vi como pasaba una mosca zumbando y se paró en mi pie. Escuché que en algún lado de Australia, los nativos no se espantan las moscas porque no tienen agua para bañarse y en realidad les limpian la piel. Pero Australia se sintió tán lejos y yo moví el pie para que se fuera a zumbar a otro lado. El vacío seguía ahí y se extiende. Lo bueno es que mi mente no aguanta pensar tanto en estas cosas. Tania me habló del mundo y cómo a veces no va a ningún lado. Yo creo que ya somo tantos como para pensar en tanto y sólo pensamos en nosotros. Mejor cierro las persianas para que no se meta el calor y le digo a Aruba que ya se valla a dormir.

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